Bitácora de la desconexión - II
Sigo sin redes sociales y sigue interrumpida la programación habitual de este newsletter. Pero hay chisme, pase y vea.
El primer día de febrero desinstalé la aplicación de Instagram de mi celular. Meses antes había desinstalado la de Twitter, la intención era dejar de usarlo con frecuencia, y aunque bajé un poco el consumo, la verdad es que seguía entrando a esa red desde el explorador web.
Decidí usar el termino “consumo” en el párrafo anterior con intención, hace rato que mi relación las redes sociales es adictiva y problemática. Lo sé yo aunque no lo sospeche nadie más.
El experimento es relativamente sencillo: desinstalar las apps y no entrar tampoco desde el explorador web, ni a Twitter ni a Instagram, Facebook no es un problema porque hace años que dejé de usarlo. La única excepción es el trabajo, algunas de mis responsabilidades pueden implicar que “mire” un video o una publicación de algún cliente, pero para eso tengo una cuenta diferente que uso desde mi perfil profesional.
Como además de adicta soy escritora, empezó entonces mi detox digital y la correspondiente bitácora para registrar el experimento. Bienvenides.
29 días sin redes sociales: Una bitácora de la desconexión.
Acá están los Días 1 al 9.
Día 10.
Es el primer sábado "normal" sin redes sociales, el anterior fue de fiesta y pileta, y esta vez sí se siente como un desafío. Doy vueltas en mi celular toda la mañana (¿es posible dar vueltas en un celular?), veo fotos viejas, leo mis destacados de Whatsapp hasta el 2019.
Siempre fue más fácil mantenerme alejada del celular cuando estoy con gente o al aire libre, por suerte mi adicción no me convirtió nunca en una de esas personas que deja de conversar con la gente a su alrededor para ponerse a scrollear.
Pero sí soy de interrumpir series o películas para ver redes sociales, si estoy sola. Así que la experiencia Netflix cambia por completo. No sé si es el efecto concentración, pero maratoneo una miniserie 7 capítulos entre la noche del viernes y el sábado.
Creo que la última vez que vi 7 capítulos seguidos de algo fue en un fin de semana largo de navidad, hace dos o tres años.
Día 11.
Llega el primer informe semanal del uso del celular desde que empecé el experimento.
Son "sólo" 3 horas menos que la semana anterior. Primero me decepciono, pensé que la diferencia iba a ser mucho mayor. Estoy segura de que dedico (¿dedicaba?) más de 10 horas semanales a las redes sociales.
Me fijo en un detalle que parece menor, en el informe se clasifica el uso del celular en distintas categorías, la categoría Social sigue siendo la más pesada y me sorprendo.
Luego entiendo que el celular entiende a Whatsapp como una app Social, y que la semana pasada estuve casi 12 horas ahí.
Primero me alarmo, ¿estoy sustituyendo un consumo por otro?. Luego repaso mentalmente la semana y me encuentro con un descubrimiento clave, quizá no estoy mirando menos el celular, pero dejé de ver la vida de otros, casi siempre desconocidos. Estoy hablando mucho más con los míos.
Retomé por impulso un chat con mis hermanos que estaba inactivo desde septiembre del año pasado. Decidí contarles a ellos lo que seguramente hubiera subido ese día a Stories.
Contestaron, contaron sus cosas, nos reímos, charlamos. Me reí a carcajadas con mi hermana mayor, a la que no veo hace una década y con la que no tengo mucho en común. Me conmuevo mientras lo escribo.
Sé que un poco me estoy obligando a estas cosas, con la consciencia de quién está haciendo un experimento, pero no importa. De eso se trata.
Día 12.
Me mantuve muy ocupada toda la semana chateando con el chico con el que ya salí una vez y me gustaría volver a salir pronto. La etapa del chateo inicial es mágica, si todo fluye. A él también le estoy contando las cosas que estaría contando por Stories en otro momento.
Empiezo a delinear las primeras Conclusiones y Aprendizajes de este experimento tal como haría para un reporte del trabajo:
El retorno de inversión por anécdota es mayor en las comunicaciones uno a uno que en los mensajes masificados
Redirigir las comunicaciones hacia una audiencia clave se traduce en mayor engagement y satisfacción del usuario. (El usuario soy yo).
Día 13.
Me acerco a mitad de mes y no termino de entender si está pasando rápido o lento.
Definitivamente encontré otras cosas que hacer con mi tiempo, porque no estoy teniendo tiempo muerto mirando al vacío. Pienso que el ocio no se ha manifestado como en la adolescencia y creo que ya es imposible que eso pase.
Sigo a full con Whatsapp. Me saltó la alarma que puse para que cortara la app cuando lleve 3 horas de uso por día. Le agregué una hora más porque tampoco es que quiero sufrir, no llegué a gastarla.
Día 14.
Ya empiezo a pensar cómo volver, nunca he puesto en duda que voy a hacerlo. No me imagino una vida desconectada de las redes sociales, pero quiero imaginar una en la que mando yo. Fue horrible empezar a sentir culpa por la cantidad de tiempo gastado, tengo claro que eso no quiero volver a sentirlo nunca más.
¿Qué debería hacer entonces? Ya sé que la alarmas dejan de funcionar eventualmente. Me acostumbro a apagarlas y seguir. Además, intuyo que no es por ahí. Las adicciones nunca se dejan por la fuerza, tiene que ser por la razón.
Mi primera idea es esta: quiero que mi tiempo en redes sea de ahora en más una inversión, y no un gasto. Lo primero que sé es que quiero comprometerme a producir más que consumir. Ahí está el valor. Lo leí mil veces y nunca tuve la seriedad de ponerlo en práctica. Tengo amigos que lo saben hacer muy bien y parece que no quiero aprender nada de ellos.
Ahí hay un punto. Anoto en mi lista (no imaginaria): preguntarle a lxs chicxs cómo logran "producir" contenido y no solo "consumirlo".
Día 15.
Hoy por primera vez tuve un momento outsider. Mi amigo hizo un chiste que no entendí. Al instante vi como se iluminaba su rostro. "Claro!", me dijo, "tú no has visto nada en las redes". Sabía que este momento llegaría y un poco lo estaba esperando.
Parte de mi consumo problemático, ahora lo sé, tiene que ver con esa necesidad ansiosa de saberlo todo y saberlo rápido. Todos los temas de moda, todas las noticias al instante, todos los memes antes que el resto.
Fue un solo segundo de sentirme rara, luego vino la magia de dejar al otro mostrar, compartir. Mi amigo está feliz de ser el primero en contarme. Reconozco el placer de mirar al otro esperando una reacción.
Lo que me muestra no es nada relevante pero nos divierte mucho a los dos y me permite comprobar otra teoría: las redes no son representativas de nada. Es mentira que es igual a la tele de otros tiempos, las cosas existen ahí para un micro cosmos que casi nunca se repite afuera. Cuando estamos adentro sentimos que todo el mundo está hablando de ese video, de esa foto, de ese chisme. Pero el mundo real está allá afuera y la verdad es que muchas veces no tiene nada que ver con lo que pasa ahí dentro.
Día 16.
Hoy otra vez se ríe de mi el diablo imaginario de Instagram, me escribieron del grupo donde soy voluntaria para que me sume a un trend que quieren aprovechar para promocionar a los gatos y perros rescatados que damos en adopción.
Me doy cuenta de que me incomoda blanquear mi situación en este grupo de cercanía (que no íntimo), no quiero dar explicaciones, no sé si es vergüenza o paja lo que siento.
Encima me mandan links para que vea el trend, y me piden que me grabe para subir nuestros videos. Al final cuento muy por encima que no puedo, espero que entiendan. Escribiéndolo entiendo lo irrelevante del caso. No le quita lo incómodo. Supongo que era inevitable.
Por alguna razón siento que voy a poder contarlo mejor cuando haya terminado. "Estuve un mes desconectada" pienso decir. Pero me incomoda decir "estoy desconectada". De pronto me doy cuenta de que siente igual a los meses en los que estuve deprimida. Ahora puedo hablar de eso sin problema, pero en su momento se sentía imposible decirlo. El peso de "estoy deprimida" era mucho mayor al de "tuve una depresión".
Anoto otra vez en mi lista (no imaginaria): estoy conectando por asociación libre el experimento con mi depresión. ¿Qué significa esto?.
Uff, ser la outsider! Me pasó mil veces! Gracias por seguir compartiendo tus reflexiones.
Me encantó esta bitácora!